martes, 11 de septiembre de 2012

Espero

De pronto noto como la ciudad me consume. Y me entrego, adentrándome en ella, casi como si estuviera tan seguro de lo que hago. Pero no me muevo, sentado la ciudad me rodea; sus personas, sus autos, sus edificios, sus colectivos, sus luces, ¿y vos? No pienso, y sin pensarlo te pienso. Una paloma se posa sobre unos sucios cables, por debajo pasan dos colectivos iguales y una señora los corre, y no quiero verlos. Saco un cuaderno rojo y anoto una frase que recordé. Un hombre al pasar me mira. Sé que lo hace y sin embargo no quiero verlo. Me pregunto si serás de verdad y cuánto tiempo más tendrá que pasar entre vos y mi cuerpo. No quiero ver a esos nenes corriendo en la plaza, no quiero ver como un hombre discute con su novia, no quiero ver como una señora carga las bolsas de las compras, no quiero ver a un hombre parando un taxi. En donde vea, no logro ver. Los rostros se transforman y vuelven, sin coincidir con el tuyo. Me doy cuenta bien consciente de que no estaba esperándote tan inconscientemente, largo una carcajada y me burlo del pensamiento de creer que iba a encontrarte. Cansado cierro los ojos, el viento se hizo mas frío y prefiero creer que sos una ilusión solamente. Empiezo a caminar, sí, mis pies se mueven y en la única esquina que me faltaba recorrer tu figura se dibujaba mas perfecta de lo que imaginaba. Ese instante preciso que retorció mi alma bastó, como para invitarte a desaparecer con mi pestañeo.