jueves, 25 de agosto de 2011

Julia

Julia está triste, se siente sola. Encerrada en su habitación mira pasar las horas. Por las noches ya no duerme. Sus ojos cansados ya no lloran más. A veces se sienta en la cama y se pone a soñar. Imagina que puede volar, añora la libertad. Pero pronto sus sueños se transforman y brutalmente a un abismo cae. Se hunde en la oscuridad. Se pierde en infinitos laberintos.

Los recuerdos acechan constantemente con violencia a su felicidad. La palabra amor le suena extraña. Suele preguntarse quién en el mundo es dichoso de saber lo que es. Julia está dolida. 

En ocasiones apoya su cara en la ventana. A través del vidrio sucio sus ojos observan a la nada, y ve todo lo que necesita ver.  Su corazón se estremece cada día un poco más. Su alma está dolida.

Julia espera. Su esperanza casi inexistente le dice que algún día todo acabará. Su amiga indiscutible la soledad le dice que nunca la abandonará. Julia en silencio grita y nadie escucha.
Un día por fin logrará dormir. Julia sonríe al imaginarse sentir el dulce sabor del fin.

Evelyn Leguizamón

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